lunes, 6 de junio de 2016

«Trato de guardar instantes para mañana. »

 

Por: Claudia Lianet González.

Foto: Ricardo Monterrey Pérez.

Ricardo Monterrey Pérez es un joven caibarienense que integra el radioclub de este municipio desde el año 2009. Su pensamiento innovador y activa participación en todo lo que se refiere a radio lo condujo a ganarse un papel protagónico entre los cangrejeros asociados. De esta forma pasa a formar parte de la directiva del club desde hace varios años al frente de la Secretaría de Actividades.

El amor y dedicación por el tema radial le lleva a trabajar en los medios de comunicación en el municipio, especialmente como locutor en la CMHS "Radio Caibarién" y como presentador en el canal de televisión comunitaria "CNTV". De esta manera Ricardo logra combinar, de forma armónica, la pasión por un interesante hobby y una profesión que requiere de aptitudes y de gran entrega.

 

Ricardo es conocido por una infinidad de personas, pero no solo por ser el diáfano locutor ni por el diestro radioaficionado. A lo largo de su vida se ha dedicado a cultivar hazañas como espeleólogo, especialmente en el Grupo de Espeleosocorro y la Cruz Roja. Este espíritu que le acompaña viene quizás de ese afán interminable de encontrar un estímulo importante en cada cosa que realiza, cultor de las buenas artes o como el diría aprendiz de artista. Lo recuerdo desde siempre con su guitarra, escribiendo versos o debatiéndose en los vericuetos de la literatura más comprometida, cronistas de ocasión, dibujante inquieto, amante del teatro, orador consagrado y aventajado bailador.

Ahora su nombre resuena una vez más. Ya no por los méritos antes mencionados. Se trata de una nueva faceta de la cual pocos conocían. Despierta para el público un amor guardado por la fotografía. Reconocido por un prestigioso jurado en el reciente concurso convocado por la Galería de Arte "Leopoldo Romañach" de Caibarién.

Por una de sus obras presentadas, "En la cruz murió el hombre un día" recibió tres premios dentro de los que figuraban: el colateral entregado por la Compañía ECOS, el premio de la Revista española DNG Photo Magasine y el Segundo premio del XII Salón de Fotografía: "Martínez Otero-Illa".

 

¿De dónde viene esa pasión por la fotografía?

Bueno… creo que viene desde pequeño porque era tradición en mi familia hacer fotos a los miembros de ella; ir llevando una cronología. Yo creo que eso es una de las aficiones de todos los cubanos de aquel entonces, los años 80, donde los estudios de fotografía era un lugar prácticamente obligado de visita y donde cualquier ceremonia que se hacía en casa llevaba un registro fotográfico.

A mi me impresionaba mucho aquel hombre que con un aparato en las manos era capaz de capturar una imagen en un momento determinado. Por cierto, era uno de los descendientes directos de Manuel Martínez Otero, el mago del lente (fotógrafo español cuya época de esplendor fue en Caibarién).

Luego, mi mamá cuando se divorció de mi padre se casó con un fotógrafo, una persona a la que le tengo mucho respeto. Hablo de Pedro Miguel Mendoza Ortueta, uno de los fotógrafos grandes que ha tenido Caibarién. Desde ahí, un poco, me fui introduciendo en este mundo.

Quizás las primeras fotos que hice fueron con una cámara rusa, de royo, de 36 exposiciones. Recuerdo que era una cámara que mi papá tenía. Con ella comencé a aprender los manejos del dial de la cámara, a montar un royo y otras acciones básicas. Así me fue gustando aquel mundo, pero nunca me llamó la atención ser un profesional de la fotografía. Simplemente un aficionado, una persona que era capaz de capturar una imagen con un lente de vez en cuando; pero guardar la imagen para que trasciendan en el tiempo sí siempre me gustó.

 

¿Qué te motivó a participar en este concurso?

Lo más particular que ha tenido este concurso es que la historia de la foto, es la historia de la motivación. Como te decía anteriormente, he tenido inclinación a guardar momentos en el clic de una cámara; pero nunca me había motivado a enseñarlas públicamente.

Un buen día un amigo me dice que hay un concurso de fotografía y que presentara algo. Yo dije "bueno, qué voy a presentar yo" y me responde que yo tenía cosas interesantes guardadas. Recuerdo enseguida una foto mía que el propio Mendoza la había valorado como buena y recomendó que la presentara en algún certamen.

La fotografía es una especie de auto retrato, tomado en el año 2004 en la zona Santa Cruz del Sur, Camagüey.

Rápidamente desempolvé ese viejo recuerdo, lo sometí a un proceso de cura y me replanteé algunas luces que tenía y corregí determinados contrastes. Así surge la idea de presentar la foto.

Luego se me ocurre preparar un tríptico con dos imágenes más. Una la había tomado recientemente en Pinar del Río y la otra la fabriqué para la ocasión. De todas quedaron dos: una foto que se llama "La Pasión" (esta es la de Pinar del Río) y, esta que titulé "En la cruz murió el hombre un día".

 

¿Por qué en la Cruz murió el hombre un día?

(Foto Foto)

Precisamente cuando vez la foto te das cuenta de que el entorno es bastante sencillo. La composición es un cielo despejado, uno de los mayores espacios que cubre la foto es una gran cruz de cemento y la otra parte es una persona, de espalda a la visión del espectador mirando hacia la cruz y hacia el cielo, en una perspectiva vertical debido a que la cámara estaba colocada en el suelo.

Esa foto me recordó un pensamiento de José Martí que había leído hace algún tiempo. Habla un poco de la filosofía de la vida y que dice así mismo: "En la cruz murió el hombre un día y así debe aprender el hombre todos los días".

A raíz del concurso alguien hablaba de que era un mensaje muy simple alegórico al término de la vida. Yo voy un poco más allá. Creo que un mensaje para la vida no para el término de la vida porque cada uno de nosotros para bien o para mal escoge cargar su propia cruz, Cada uno la tiene, ya sea una cruz material, una cruz espiritual o simplemente circunstancial… y eso nos define… ya sea en bien o en mal, pero va con nosotros ese algo que escogemos para que nos acompañe o nos signe durante gran parte de la vida, un breve espacio de tiempo o durante toda la vida.

Precisamente por eso en la cruz muere el hombre un día. Definitivamente lo que te define es lo que te va a acompañar por siempre y de lo que nunca vas a poder desprenderte.

 

¿Cuáles son tus próximos pasos e este hobby?

Bueno… continuar con la afición de coleccionar momentos, sea cual sea. Al fin y al cabo, es un hobby. De eso es de lo que se trata. No de pretensiones por encima de lo que uno puede hacer, ni forzar los momentos sino simplemente buscarlo desde el ángulo que te permita ser franco contigo mismo y decir algo. Yo soy una persona convencida de que uno debe decir lo que piensa y en el momento en que lo piensa.

 

¿Qué nuevos retos se te imponen por delante y cómo piensas enfrentarlos?                    

Hace mucho tiempo una persona me dijo que uno debe ser consecuente con su presente, no olvidarse del pasado y proyectarse hacia el futuro. Así debe uno hacerlo todo en la vida.

Propiamente en materia de fotografía, de ahora en lo adelante, debe ser justo eso, un reto; pero no una aspiración de hacer un gran monumento. Más bien sin olvidar ese pasado que siempre ha sido ser una persona contestataria, irreverente un poco, pero con los pies puestos en el suelo donde piso todos los días y donde también pisan todas las personas que desandan esta ciudad arriba y abajo con sus problemas, con sus tradiciones, con sus retos, con sus formas de vida. Ser consecuente con la cotidianidad de esta ciudad y de la vida que me acompaña. Grabar artísticamente algunos momentos, y sobre todo, de una forma limpia para poder guardar todos los días un pedazo de discurso para ese mañana que, cuando llegue, muchos van a intentar olvidar el pasado. 

Esto tiene que ver con decir lo que uno piensa y no dejar de hacerlo nunca… bajo ninguna circunstancia. Voy a hacer eso simplemente: enfrentarme al futuro recordando al pasado solo siendo consecuente con el presente. A través del disparo de un obturador o simplemente a través de aquel niño que siempre soñó con una cámara y que no deja de pensar que es una forma de expresión que puede quedar guardando la historia como lo fueron esos clic que dio Martínez Otero sin pensar en convertirse en uno de los grandes de la fotografía. Ese es mi reto, no otro.

 

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